Dos de las grandes potencias futbolísticas del mundo no lograron obtener el billete a Rusia. Y se las echa de menos.

Nigel De Jong representó al City en Sudáfrica 2010, mientras Mario Balotelli apareció en Brasil 2014 un año después de abandonar la disciplina sky blue. Roberto Mancini, el hombre con el que el City logró su primera Premier League, será el encargado de devolver la ilusión a un país que vivirá un verano sin ver a su selección en el Mundial. Hablamos de Holanda e Italia.

La neerlandesa fue una de las federaciones fundadoras de la FIFA en 1904, y aunque participó en los torneos de Italia y Francia de 1934 y 1938, hubo que esperar cuarenta años para verla brillar. Hasta 1974. Después de que Feyenoord y Ajax hubiesen sido campeones de la Copa de Europa, llegaba la hora de que el combinado nacional mostrase al mundo su principal exportación deportiva. El fútbol total.

Rinus Michels juntó un equipo con nombres como Johan Cruyff, Johan Neeskens o Rob Resenbrink, en el que el balón lo era todo. Había que ganar, y hacerlo de forma atractiva. La estética importaba, y al final predominó. Holanda no ganó, ni en la final de 1974 ni en la de 1978, pero enamoró.

Ha participado en diez mundiales, perdiéndose otros diez. Solo cayó en la primera fase en los dos primeros, donde no había grupo sino eliminación directa. Siempre superó la fase de grupos, alcanzando las semifinales hasta en seis ocasiones. Disputó tres finales, pero no ganó ninguna. La más reciente, en 2010, solo un gol de Andrés Iniesta marcó la diferencia entre Holanda y España.

En Brasil 2014, los Países Bajos se tomaron la revancha aún en la fase de grupos (ganando 1-5). Argentina les arrebató la posibilidad de reeditar la final de 1974 ante Alemania, ganándole en los penaltis.

Las cotas alcanzadas en Sudáfrica y Brasil no hacían presagiar la debacle en Rusia. En la fase clasificatoria, los Países Bajos quedaron encuadrados con Francia. Los galos quedaron primeros con 23 puntos, y fue Suecia quien se quedó con el billete que presumiblemente pertenecía a Holanda. Ambos sumaron los mismos puntos, 19, pero la diferencia de goles fue favorable a los escandinavos, que durante el camino habían acumulado goleadas como el 8-0 a Luxemburgo o sendos 4-0 ante Bielorrusia.

Bonucci y Buffon lamentan la eliminación italiana.
Bonucci y Buffon lamentan la eliminación italiana.

Italia, amante del fútbol como pocas naciones en Europa, es, con permiso holandés, la gran ausencia de la Copa del Mundo de Rusia. Al contrario que el combinado de los Países Bajos, su particular historia con el campeonato se escribe desde la perspectiva de los vencedores. El de la Azzurra es un relato de ganadores, en el que el fin siempre estuvo por encima de los medios, el del pragmatismo por unanimidad, en la esquina opuesta del de una Holanda construida desde el foco sentimental, el del Fútbol Total, Cruyff y Michels, pero sin alcanzar un éxito que el fútbol le adeuda.

La Italia de Gian Piero Ventura quedó fuera del Mundial de Rusia en la repesca ante Suecia. Las lágrimas de Gianluigi Buffon en San Siro, a sus 39 años, líder y veterano curtido en mil batallas con la selección y sus equipos, ejemplificaron el drama nacional. “Tragedia”, podía leerse incluso en la prensa. La sacudida llegó a los despachos, con la dimisión del presidente de la Federación, Carlo Tavecchio.

La selección más laureada de Europa junto a Alemania quedaba apeada de una cita mundialista por primera ocasión desde 1958. Irlanda del Norte fue la verdugo en Belfast para sellar un pase histórico para el fútbol británico. Por primera y única ocasión las cuatro naciones británicas disputarían una Copa del Mundo. En estos sesenta años Italia ha saboreado la gloria en España 82 y Alemania 2006, como hiciera en esos embrionarios campeonatos de 1934 y 1938, marcado por la mano del dictador Benito Mussolini el primero, con indiscutible superioridad cuatro años más tarde. 

Incluso cuando llegaba marcada por el escándalo, tras el Tottonero en 1982, que salpicó al propio Paolo Rossi, luego ídolo en el campeonato disputado en España, y tras el ‘Moggigate’ que acabó con la Juventus en la Serie B en 2006, Italia sacó ese gen competitivo único que la hizo grande.  

La historia de los Mundiales se escribe con Italia, sus gestas y sus derrotas. Con Sandro Pertini en el palco del Bernabéu. La celebración de Marco Tardelli y el calco de Fabio Grosso en Dortmund. Baggio y su penalti al cielo de Los Ángeles. Las atajadas de Sergio Goyochea. Materazzi desplomándose por el cabezazo de Zidane. El hat-trick de Rossi en Sarrià. La exhibición de la última Brasil de Pelé en el Azteca. Los goles del antihéroe ‘Toto’ Schillaci.